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El estrés oxidativo tiene que ver con un problema interno de las defensas del cuerpo humano. Cuando este se da, confluyen tanto un aumento en la velocidad de generación de especies reactivas del oxígeno como una disminución de los sistemas de defensa. El estrés oxidativo ha sido relacionado con múltiples enfermedades y puede, en última instancia, llevar a un proceso irreversible que acabe desembocando en la muerte celular. El término estrés oxidativo hace referencia a un estrés químico, resultante de un desequilibrio de la producción de las Especies Reactivas del Oxígeno (EROs) y la capacidad del sistema biológico de detoxificar los reactivos. En otras palabras, la salud de las persona se relaciona con el adecuado balance oxidativo. Es decir, que radicales libres y antioxidantes se equilibren en modo tal que se minimize el daño y se retarde la aparición de enfermedades.
Por un lado, la pérdida del potencial celular es un proceso biológico continuo e inevitable, inherente al envejecimiento del cuerpo humano. Pero cuando nos referimos al estrés oxidativo estamos hablando de una 
aceleración de ese proceso que puede venir dado por un desequilibrio en la nutrición de la persona, una enfermedad u otras causas. Las consecuencias son un "desgaste" acelerado de las células que, a su vez, ha relacionado el estrés oxidativo con enfermedades tales como la ateroesclerosis, la enfermedad del Parkinson y la enfermedad del Alzheimer.
Los niveles de estrés oxidativo en la persona son difícil de detectar por medio de los análisis clínicos comunes. Sin embargo, hoy en día se puede indicar con total exactitud mediante varias determinaciones en sangre el nivel de estrés oxidativo en el cuerpo, lo cual puede ayudar a prevenir o tratar enfermedades a tiempo y determinar el ritmo de envejecimiento de la persona.