Estrés postraumático

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Surge como respuesta tardía o diferida a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica que causaría malestar generalizado en cualquier sujeto que haya sufrido una experiencia similar. Se trata de un trastorno discapacitante que puede surgir como respuestas a acontecimientos traumáticos tales como violaciones, abusos sexuales, torturas, secuestros, catástrofes naturales, accidentes o muertes traumáticas de seres cercanos. Este trastorno se caracteriza por episodios reiterados de  volver a vivenciar el trauma en forma de reviviscencias o sueños que acaban formando un embotamiento emocional. En algunos casos, pueden pasar años hasta que este trastorno presente sus primeras manifestaciones, y en raras ocasiones puede hacerlo a través de estallidos dramáticos y agudos de miedo, pánico o agresividad, desencadenados por estímulos que evocan un repentino recuerdo, una actualización del trauma o de la reacción original frente a él o ambos a la vez. Si las manifestaciones se dan con una tardanza considerable (décadas después), las secuelas de ese estrés devastador pueden desembocar en una neurosis traumática (1).

Según el criterio del DMS-IV (Asociación Americana de Psiquiatría), los criterios para el diagnóstico del estrés postraumático son los siguientes (2):

  • La persona ha estado expuesta a un acontecimiento traumático en el que han existido 1 y 2:

1. la persona ha experimentado, presenciado o le han explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por muertes o amenazas para su integridad física o la de los demás

2. la persona ha respondido con un temor, una desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños estas respuestas pueden expresarse en comportamientos desestructurados o agitados

  • Reexperimentación persistente del acontecimiento a través de las siguientes formas:

1. recuerdos recurrentes e intrusos, imágenes, pensamientos o percepciones que provocan malestar. En los niños pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen temas o aspectos característicos del trauma
2. sueños recurrentes sobre el acontecimiento, que producen malestar. En los niños puede haber sueños terroríficos de contenido irreconocible
3. el individuo actúa o tiene la sensación de que el acontecimiento traumático está ocurriendo (sensación de estar reviviendo la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al intoxicarse). Los niños pequeños pueden reescenificar el acontecimiento traumático específico
4. malestar psicológico intenso al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático
5. respuestas fisiológicas al exponerse a estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan un aspecto del acontecimiento traumático

  • Evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o más) de los siguientes síntomas:

1. esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o conversaciones sobre el suceso traumático
2. esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas que motivan recuerdos del trauma
3. incapacidad para recordar un aspecto importante del trauma
4. reducción acusada del interés o la participación en actividades significativas
5. sensación de desapego o enajenación frente a los demás
6. restricción de la vida afectiva (p. ej., incapacidad para tener sentimientos de amor)
7. sensación de un futuro desolador (p. ej., no espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en definitiva, llevar una vida normal)

  • Síntomas persistentes de aumento de la activación arousal (ausente antes del trauma), tal y como indican dos (o más) de los siguientes síntomas:

1. dificultades para conciliar o mantener el sueño
2. irritabilidad o ataques de ira
3. dificultades para concentrarse
4. hipervigilancia
5. respuestas exageradas de sobresalto

  • Estas alteraciones (síntomas de los Criterios B, C y D) se prolongan más de 1 mes.

  • Estas alteraciones provocan malestar clínico significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del individuo.

Se considera al estrés postraumático como agudo si su duración es inferior a tres meses. En caso de prolongarse tres meses o más, pasa a considerarse un estrés postraumático crónico. Asimismo, será considerado de inicio demorado si han transcurrido más de seis meses entre el acontecimiento traumático y el inicio de los síntomas.

(1) CIE 10. Trastornos mentales y del comportamiento: descripciones clínicas y pautas para el diagnóstico. Madrid: Meditor, 1992. pp 185-186.

(2) www.actad.org

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